Éste álbum de Scott Matthew, es un nuevo manual de cómo componer del dolor una canción. Autodefinido como un «quiet noise maker» los que han tenido la oportunidad de verlo en directo saben que sus actuaciones son puro magnetismo que conmueve y confunde a partes iguales. Sus melodías son inmediatas, desnudas, melancólicas e introspectivas pero carentes de autocompasión o pretenciosidad. Tras un altercado en las calles neoyoquinas perdió el dedo corazón de su mano izquierda y recurrió al ukulele para componer ayudado de Marisol Limón, quien añade los arreglos de piano, y de Eugene Lemcio, que compone las líneas de bajo. Quien estuvo acargo de la supervisión de todo este trabajo fue el gran Mike Skinner (no el hombre detrás de The Streets) que repite con una magnífica producción.